martes, 24 de enero de 2012

Rylko anima a los jóvenes a aprovechar la experiencia de la JMJ


«La Jornada Mundial de la Juventud es una gran siembra, pero luego hay que cultivar la tierra sobre la que se ha sembrado». Con estas palabras se sintetiza el mensaje que el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, dirigió en la tarde de ayer y en La Compañía a medio millar de jóvenes, procedentes de parroquias y movimientos religiosos.

El cardenal, un sacerdote polaco natural de Cracovia, que fue ordenado sacerdote y obispo por el beato Juan Pablo II, mantuvo su encuentro con los jóvenes después de pronunciar una conferencia ante representantes del laicado asociativo cordobés reunido en la Casa San Pablo de Cursillos de Cristiandad.

Al llegar al templo acompañado del obispo, Demetrio Fernández, fue recibido por Juan Moreno, canónigo y párroco emérito, que le explicó la vinculación del templo con San Juan de Ávila, próximo doctor de la Iglesia, del que se hallaba presente en el templo el relicario de su corazón.

El acto comenzó con un breve discurso del cardenal, que recordó el origen de las Jornadas Mundiales de la Juventud, promovidas por Juan Pablo II y continuadas por su sucesor, y animó a los jóvenes a que el encuentro celebrado en Madrid hace unos meses los impulse en su vida cristiana y los ayude a hacer presente su fe en el mundo. «Las JMJ —dijo monseñor Rylko— son un testimonio de la vitalidad de la fe. En ellas muchos jóvenes se han encontrado con Cristo y han sentido la llamada a luchar contra la corriente, hoy dominante, que busca eliminar a Dios del horizonte de la vida humana y limitar la experiencia de Cristo al ámbito de la conciencia personal y la vida privada».

También les recordó la proyección social y comunitaria del Evangelio, citándoles la frase de Benedicto XVI que afirma que «quien cree nunca está solo», y cerró su intervención citándolos en la próxima jornada: «Queridos jóvenes, nos vemos en Río de Janeiro».

Preguntas y respuestas

Tras la intervención del purpurado, varios jóvenes le hicieron diversas preguntas sobre temas como su proximidad personal con Juan Pablo II, la crisis de las vocaciones sacerdotales o la aportación de los jóvenes no ya al futuro de la Iglesia, sino al presente actual de la evangelización.

Al término del encuentro, organizado por la Delegación Diocesana de Juventud con motivo del séptimo aniversario de «Adoremus» —un proyecto de adoración de jóvenes al Santísimo Sacramento iniciado en 2005—, el cardenal, acompañado por el obispo y por varios sacerdotes, presidió la concelebración de la misa, tras la que tuvo lugar una sesión solemne y extraordinaria de adoración eucarística por parte de los jóvenes.

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